miércoles, 4 de julio de 2007

Un Corzo al anochecer

Mientras paso unos días en mi retiro de verano, asomado a la atalaya de la plaza de Villarcayo, no puedo por menos que rememorar el último lance de hace un par de semanas...

"Era un miércoles a la tarde, salimos de Bilbao con tiempo suficiente para tomar un café en casa de Julito. Todavía me quemaba el fallo estrepitoso del corzo de la semana anterior y sabía que tendría que soportar las chanzas de alguno a cuenta de ello y cuanto antes superara las malas vibraciones del fallo mejor para todos. Por si acaso había decidido cambiar de rifle y volver al mono tiro, con el que me sentía más seguro en esos momentos. Ya estaba olvidado el fallo con ese rifle del corzazo de Soria, y estaba convencido que de repetirse la situación no podría fallar de nuevo. En cualquier caso es imprescindible poner el otro rifle a tiro para tenerlo en perfectas condiciones en caso de necesidad, teniendo muy en cuenta que la ventaja de la mira, más luminosa y con más aumentos, así como el disparador con "pelo" lo hace muy interesante de utilizar según en que ocasiones.
A eso de las 8 de la tarde ya nos encaminábamos hacia el monte. El tiempo, que al salir de Bilbao era bastante decente con sol y alguna nube, aquí cerca de la sierra, era otra historia. Amenazaba lluvia y las cumbres lucían unas boinas de niebla agarrada como cualquier tarde de invierno. No hacía frío pero la humedad era patente. Intentamos subir hacia lo alto de la sierra pero cuando dimos cara a los primeros repechos desistimos a la vista del panorama. La niebla estaba muy baja y no tenía pinta de cambiar. Tras una corta deliberación decidimos intentarlo por las campas de las zonas llanas.
Dejamos el coche en una entrada de la carretera y con los pertrechos al hombro iniciamos la aproximación a un rincón que hace unos años me proporcionó un jabalí en una espera de corzo. En aquella ocasión también tuve en la mira un corzo bonito, que se salvó porque me pareció que apuntaba buenas maneras y era interesante ver su evolución en futuras campañas. El caso es que en la zona que íbamos a cazar había motivos más que suficientes para llevarnos alguna alegría.
Llegamos poco a poco a dar vista sobre el lugar en concreto que creíamos más propicio. Un valle donde confluyen dos laderitas que bajan del robledal, con arbustos y espinos en el centro. El tiempo se metió en agua y empieza un manso lloviznar que me hace proteger con las tapas el visor del rifle. Sin apenas movernos inspeccionamos minuciosamente la zona, detrás de cualquier matojo puede haber un corzo, y el aire, el poco que hay, está perfecto, lo tenemos en la cara.
Pronto vemos algo que se mueve entre los matorrales, una sombra rojiza cruza y se tapa. Nos agachamos y esperamos. Al poco rato podemos ver un animal; es un corzo y gracias al spoting apreciamos que se trata de un ejemplar joven, no es lo que buscamos.
Siguiendo con nuestra detallada revisión del entorno, vemos que hay otro ejemplar a lo lejos, en la zona alta, al borde del bosque. Este sí parece algo mas interesante. El alarga vistas nos confirma que es un individuo macho y adulto. seis puntas bien definidas y bonito. El problema es que está lejos, y entre el y nosotros está el jovenzuelo que nos puede delatar si intentamos acercarnos demasiado.
Decidimos aproximarnos algo y esperar, pues parece que por el camino que sigue en su ramonear, además de por lo que ha hecho en otras ocasiones que se le ha visto, lo lógico es que venga hacia nosotros. Hay una pequeña loma entre la ladera donde está el corzo y el lugar desde donde nosotros lo controlamos, lo normal sería acercarnos aprovechando la lomita y ganarle metros. El problema es que lo perderemos de vista unos momentos y, ya se sabe, puede que desaparezca y no lo volvamos a localizar. De todas maneras no nos queda otra alternativa así que, con sumo cuidado y sin olvidarnos del ejemplar intermedio, iniciamos la aproximación.
Cuando llegamos al sitio que hemos decidido para esperar, solo vemos al joven que se dirige tranquilamente hacia lo alto de la ladera, pero del otro ni rastro. Por un momento creemos distinguirlo detrás de unos robles, a unos doscientos metros, pero es una falsa alarma, se trata de unas ramas secas que, con su tonos rojizos nos han engañado. Teóricamente, por el camino que llevaba la última vez que lo vimos, debería estar tras un pequeño arbolado que tenemos enfrente, como a unos 100 ó 150 metros.
--Ojo-me comenta Julito- lo mismo puede aparecer por lo alto que presentarse ahí mismo a menos de 50 metros.
Por si acaso me preparo, apoyo el rifle en una roca que tengo delante y compruebo que llego bien a los dos sitios. Ha parado de llover, el corzo joven ha desaparecido hacia el bosque de lo alto y del nuestro no tenemos noticias. No dejamos de mirar y remirar las posibles vías de salida que puede tomar, si realmente está ahí todavía.
De pronto Julito me toca el brazo. ¡Ahí está!, surgido como por arte de magia, lo veo comiendo tranquilo de los zarzales que hay a la salida del bosque. Calculo que me separan unos 100 m. Me echo el rifle a la cara y lo meto en el visor. Veo que mantengo bien parada la cruz, Julito me avisa que probablemente se acercará más pero yo no espero y suavemente acaricio el gatillo hasta que me sorprende el disparo. Pierdo de vista al corzo y cuando me vuelvo interrogante, veo las caras sonrientes de Chechu y Julito. A quedado planchado, parece que al tiro ha dado un pequeño paso hacia adelante pero el efecto ha sido fulminante. Nos abrazamos eufóricos y vamos hacia el lugar donde esperamos encontrar nuestra pieza.
Efectivamente, en el mismo sitio donde pensábamos, está inmóvil; el impacto ha sido un codillo un poco alto, la bala del 243 ha hecho su labor, el animal no ha sufrido y practicamente no se ha enterado. Es un corzo precioso, seis puntas simétricas, gruesas y que, en caso de homologación, probablemente llegaría a bronce.
El rifle y yo cumplimos con los buenos y cosechamos un nuevo triunfo que sirve para quitar dramatismo a fracasos recientes.
...el recordar estos lances me hace sentir la necesidad de volver al campo así que, se muevan o no se muevan, la semana que viene vuelvo a la labor, espero que Chechu ya esté aquí para acompañarme y volveremos a recorrer los barrancos en busca de ese corzo soñado...




1 comentario:

indianala dijo...

Serbal: leer tus relatos es como transitar una nueva vida.

Es mucho lo que brindas.

Gracias y un gran abrazo.